LAS PERSONAS EXLUIDAS NOS TRAEN LO NUEVO
En todo sistema familiar hay personas y hechos excluidos o rechazados. La mayoría de las veces esto sucede porque hubo demasiado dolor en relación a estos hechos o a estas personas. Es una parte de la historia familiar que fue excluida porque quizás se vivió como algo peligroso, vergonzoso o conllevó demasiado dolor, se relegó al inconsciente familiar y dejó de estar presente en los espacios cotidianos de los miembros de la familia; dejó de hablarse, empezó a ignorarse, y muchas veces incluso empezó a olvidarse.
Podemos poner el ejemplo de alguien que fue rechazado por la familia (por el motivo que sea), tuvo que abandonar el pueblo y emigrar a una tierra dónde se hablaba otro idioma, se cocinaba con otros sabores, había un clima diferente y las relaciones entre personas seguían otros códigos. En este ejemplo, podemos ver como los espacios que habitan las personas excluidas, son lugares nuevos y distintos, desconocidos, frecuentemente ni siquiera son posibles de imaginar por los miembros de la familia que las excluyeron.
Por lo tanto, las personas excluidas se sumergen en lo diferente. Y si nos acercamos a ellas o conseguimos reincluirlas, entonces crecemos, expandimos la conciencia con lo nuevo que nos traen, gracias precisamente a haber vivido la exclusión. Dar lugar a lo excluido significa aceptar e integrar nuevos códigos, nuevas maneras de hacer, de ver, de vivir, de relacionarse…
Podemos dar lugar a algo que está excluido actualmente y también podemos dar lugar, en nuestro interior, a algo que fue excluido en el pasado, incluso generaciones atrás. Si lo aceptamos tal como es, tal como fue, sin juicios, quejas, ni recriminaciones, si podemos mirarlo, sostener lo que nos mueve y permitir que nos transforme, haciendo esto ya lo estamos incluyendo, ya le estamos dando un lugar.
Lo nuevo también tiene otras vías para llegar al sistema familiar, como pueden ser las inspiraciones o los aprendizajes, pero no será tan innovador como lo que traen las personas excluidas. Esto es debido a que los miembros que siguen dentro de la familia y tienen inspiraciones o aprenden cosas nuevas, difícilmente traerán lo que «le parece mal» al sistema familiar, no porque sea «malo», sino porque es diferente. Todo sistema familiar marca su territorio, un territorio que incluye lo que la familia acepta y un territorio que excluye determinadas maneras de ser o funcionar, porque no las considera coherentes con sus valores, juicios, creencias… y de este modo define cómo hay que ser o comportarse para poder pertenecer a la familia. Por lo tanto, lo más diferente, lo más innovador, lo revolucionario, solo pueden traerlo las personas que habitan en «otros territorios», en «otros mundos», con «otros climas», diferentes al territorio y al clima familiar.
Preguntémonos qué o quienes estamos excluyendo en estos momentos, tanto a nivel individual, como a nivel familiar. Preguntémonos qué o a quienes está excluyendo la sociedad. A lo mejor tú eres una persona excluida.
«Ellos se lo pierden», dicen algunxs. Y así es, se pierden todo lo que una persona que está siendo excluida les puede aportar. Y lo diferente enriquece. Sin lo nuevo, sin lo diferente, no evolucionamos con la misma rapidez como humanidad. Esto es conocido en el ámbito de la biología, donde se sabe que la transferencia horizontal, es decir el intercambio de información entre microorganismos diferentes, lleva a evolucionar muchísimo más rápido que la transferencia vertical, que es la transmisión de información por herencia.
Pongamos un ejemplo histórico para entenderlo mejor: debido a comentarios que hizo John Lenon y que el apartheid consideró irrespetuosos, la música de The Beatles (y de John Lennon una vez separado el grupo) fue prohibida durante 5 años en Sudáfrica. Mientras una parte del mundo palpitaba con la música de The Beatles, en Sudáfrica estaban excluidos y lo nuevo que aportaron The Beatles tardó unos años más en llegar allí.
Por otro lado, hay múltiples descubrimientos o inventos que por motivos diversos han sido excluidos -algunos durante ciertos años y otros de forma permanente-. Hoy en día, el mundo sería muy diferente si hubiéramos podido disfrutar de ellos.
Empecemos, pues, a mirar con buenos ojos las personas excluidas, porque nos traen oportunidades, innovación e impulsos evolutivos. Relacionémonos con lo diferente. Atrévete también a ser tú mismx, atrévete a acercarte a lo distinto, arriésgate a expresarte desde lo único y diferente que hay en ti… Todo ello es necesario para empezar a crear un mundo nuevo que avance en saltos cuánticos.
Meritxell Masachs Serra
Licenciada en psicología (col.7963)